Tan cerca del momento en que la naturaleza marca su renovación; entre aquellos que vienen de la tierra, se me arebata un poco el espíritu por lo que en este espacio sucede...
Hablan los lamngenes el che dungun, conversan entre suyos y los pocos winkas que no ent ndemos nada nos quedamos viendo con unas sonrisitas breves. Por un par de segundos me siento FUERA y me doy cuenta entonces, como pudieron haberse sentido tantas veces, tantos humanos... fuera, ajenos... sordos y mudos, sin entender.
Se habla académicamente de estudiar, intervenir y apoyar, y los lamngenes miran a ratos al suelo, a ratos al cielo y luego nos interpelan porque no son museo, ni feria, no son objetos y ya están cansados de sentirse usados.
Me pregunto también, sobre cuánto han usado los lamngenes a este aparataje que critican y luego los miro nuevamente y veo que sus tristezas fieras siguen ahí pos años largos. Lo que "usan" a este estado es como una línea en el agua que no le hace a la institucionalidad más que mantener su visión, recta, estrecha, dirigida.
Han aprendido a estar en este ritmo, en estas palabras, para encontrarse con quienes simbolizamos sus pérdidas... ¿Qué hemos aprendido nosotros? ¿Algo acaso de sus ritmos, de sus palabras?
Y sin embargo, no quieren más nuestras palabras, sino que seamos capaces de hacer algo de lo que, consiliadoramente, hemos dicho.
Y no es fácil, porque al final, "poner el corazón" (como dijo acá un lamngen lafkenche)es como poner la vida toda y a la vez dar nada más que un aleteo de colibrí.
¿Podremos?
Tal vez... tal vez hablando, pero indfectiblemente, haciendo, estando ahí, poniendo el corazón...
En esto de ser humanos... Hay que intentar... y qué lograrlo.
Un abrazo grandote, para la nueva salida del sol de cada pike y de todos. Pewkajael. Carolinantonia